Uno piensa el bayo, y otro el que lo ensilla.

Uno piensa el bayo, y otro el que lo ensilla.
Así decía el vizcaíno del cuento, negándose a dar pienso al corcel de su amo. Se pone en boca del que protesta por una labor asignada.

Diccionario de dichos y refranes. 2000.

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